jueves, 19 de abril de 2012

Primeros auxilios: Obstrucción de vías aéreas.






La obstrucción de la vía aérea impide que el aire, y por tanto el oxígeno que contiene, llegue a los pulmones; como consecuencia, la falta de oxigenación de las células cerebrales provocara la pérdida de la consciencia que, si no se resuelve en un tiempo prudencial, puede comprometer la vida de la víctima. Esta obstrucción suele ser de aparición brusca y en la mayoría de Las ocasiones está causada por la entrada de un cuerpo extraño en las vías respiratorias.

Obstrucción por cuerpos extraños

La incidencia es mayor en lactantes y niños pequeños, ya que suelen introducirse en la boca toda clase de objetos: chupetes (hechos de varias piezas), juguetes (pequeñas piezas de construcción...), comida (frutos secos, aceitunas, palomitas, etcétera), botones, etcétera.




En los adultos la mayoría de las veces la obstrucción está provocada por los alimentos, aun cuando no pueden descartarse otros objetos (prótesis dentales).

La obstrucción de la vía aérea puede ser incompleta o completa y, a su vez, puede darse en personas conscientes o inconscientes.









Obstrucción incompleta

En el caso de una obstrucción incompleta, la presencia de un cuerpo extraño en la vía aérea hace que el intercambio de aire a nivel pulmonar sea más o menos dificultoso, pero se mantiene un mínimo paso del aire.

La victima suele mostrarse agitada, con tos enérgica y continuada, pudiendo llegar a producirse un ruido como un estridor o ronquera. El estado de consciencia no está alterado.

Actuación:

Frente a una obstrucción incompleta en que la victima está consciente y tiene tos, lo mejor es animarle y dejarle que siga tosiendo sin hacer nada, solo favorecerla. La persona que da el soporte no dará golpes en la espalda con la victima sentada o de pie, ya que podrían provocar que el cuerpo extraño penetrara mas en las vías respiratorias y se instaurara una obstrucción completa.

Normalmente la tos provoca la expulsión del cuerpo extraño, quedando todo en un susto.




Obstrucción completa

En cambio, cuando las vías respiratorias están completamente obstruidas por un cuerpo extraño, el aire de los pulmones no podrá salir, por lo que la víctima no podrá toser ni hablar, ni respirar.

La persona hace un gesto reflejo muy característico: se lleva las manos a la garganta, está muy agitada y hace muchos ademanes (aspavientos, contracciones torácicas). En un principio, el estado de consciencia no se verá afectado, pero si no podemos establecer la respiración en el plazo de breves instantes, la víctima se desplomara at suelo inconsciente.


La actuación de la persona que presta los primeros auxilios será distinta si la victima está consciente o inconsciente.
Actuación en caso de victima consciente:


Frente a una obstrucción completa en la que no hay intercambio de aire a nivel pulmonar, debe actuarse lo mis rápidamente posible. Si el socorrista está presente cuando la persona empieza a mostrar signos de obstrucción sin tos, debe gritar solicitando ayuda e iniciar las maniobras de desobstrucción de la vía aérea: nos colocaremos inicialmente detrás de la víctima, daremos hasta 5 palmadas fuertes en la espalda, entre los hombros (golpes interescapulares) con la victima inclinada hacia delante, comprobando en cada una si suite efecto, seguidas de lo que denominamos maniobra de Heimlich. Esta maniobra consiste en aplicar compresiones a nivel del epigastrio (boca del estómago) con la finalidad de desplazar el diafragma hacia arriba, lo que provoca un aumento de presión en el tórax, con lo que se obliga al aire que queda en los pulmones a salir, arrastrando el cuerpo extraño.


Realización de la maniobra de Heimlich en un adulto:




Para poder realizar la maniobra de Heimlich a una víctima consciente que está de pie o sentada, se seguirán los siguientes pasos:


  • Tras haber realizado hasta 5 golpes interescapulares, colocarse detrás de la víctima y rodearle la cintura con los brazos, por debajo de las axilas. 
  • Cerrar una mano y colocar el nudillo del pulgar cuatro dedos por encima del ombligo, para localizar la región epigástrica.
  • Cogerse el puño con la otra mano.
  • Realizar una fuerte presión hacia adentro y hacia arriba, en dirección a los pulmones.
  • Aflojar la presión, sin perder la posición en el "epigastrio". Repetir la presión en ciclos hasta 5 veces, alternando con los golpes interescapulares.




Esta maniobra debe repetirse hasta que la victima expulse el cuerpo extraño, y por tanto pueda respirar.

En el caso de que la victima este inconsciente:


Si con las maniobras anteriores no se consigue la expulsión del cuerpo extraño y la victima cae al suelo, en estado de inconsciencia, grite pidiendo ayuda y ejecute los siguientes pasos:

  • Coloque a la víctima con cuidado en el suelo en posición adecuada, boca arriba, en un plano duro y liso.
  • Active la ayuda sanitaria 112.
  • Inicie RCP.
Hay que repetir la maniobra hasta que la victima expulse el cuerpo extraño.

Una vez expulsado, debe vigilarse el acompañamiento de vómitos. En este caso, y si respira, coloque a la víctima en posición lateral de seguridad.


Situaciones especiales

Existen diversas situaciones que no nos permitirán hacer las maniobras descritas, como son:

Mujeres con gestación avanzada o en obesos: Siempre que podamos aplicaremos la técnicas tal y como hemos comentado antes, pero en una mujer en avanzado estado de gestación o en obesos, en los que la maniobra de Heimlich puede ser dificultosa o acarrear complicaciones, se podrían realizar compresiones torácicas en vez de abdominales. En primer lugar, la persona que presta primeros auxilios se coloca detrás del paciente y administra hasta 5 golpes interescapulares con el paciente inclinado hacia delante; posteriormente, siguiendo el abdomen localiza el final del esternón. Seguidamente, con una mano cerrada ayudada por la otra ejerce hasta 5 compresiones-descompresiones, dos dedos por encima del final del esternón.




Obstrucción vía aérea por cuerpo extraño



Maniobra de Heimlich Lactante


 


- Bibliografía:
- Cruz Roja. Manual de primeros auxilios. La asfixia. (101-108) Pearson education: 2007    

    Curriculum oculto en la escuela


    RESUMEN PRIMERA MITAD DEL LIBRO
    “BIOÉTICA Y ACCIÓN SOCIAL”

    BIOÉTICA Y ACCIÓN SOCIAL.

    ¿QUÉ ES ÉTICA?

    La “ética” proviene del griego ethos, que significa modo de ser. Ethos es lo contrario de páthos, que tiene que ver con todo aquello que nos ha sido dado por la naturaleza, que hemos recibido pasivamente.
    La ética es la parte de la filosofía que reflexiona sobre las cosas que hacemos, sobre su fundamentación y sobre los valores que nos damos; mientras que la moral es la doctrina práctica que ordena comportamientos concretos.
    Hablar de ética y felicidad no es nuevo en la filosofía. En el contexto actual existe una desvalorización del deber como mecanismo por el cual nos movemos. No imaginamos una vida sin valores y tampoco imaginamos una vida sin apuesta por la felicidad. Diego Gracia, postula que la felicidad del hombre es su único deber absoluto, de forma que el bien moral consiste en la apropiación de posibilidades en orden a la autorrealización personal, a la perfección y a la felicidad.
    Si admitimos que la felicidad tiene que ver con la plenitud del ser, la felicidad y la ética no son caminos contrapuestos, sino más bien al contrario.
    Por todo ello, hablar de ética es hablar de bien común, de felicidad para todos los hombres y mujeres y, por tanto, hablar de compromiso y de construcción de comunidad.
    Hoy día es más crucial que en ningún otro momento de la historia dar impulos a la dimensión global de la ética; o más bien, promover una ética global, una ética mundial que pueda erigirse como sistema de coordenadas éticas y tenga en cuenta al ser humano como ser responsable que no puede eludir la responsabilidad en relación a otros.
    Con ello se fortalece la necesidad de abrir el camino de la construcción comunitaria desde una bioética global en la que lo social, en cuanto a preocupación por el desarrollo integral de todos los miembros de la comunidad humana, adquiera una relevancia fundamental. La felicidad personal pasa necesariamente por el compromiso social para construir el proyecto de felicidad ciudadano y universal.
    Es importante destacar que la ética de la responsabilidad se contrapone a la ética de la convicción; la ética de la responsabilidad es más racional, frente a la ética de la convicción, más emocional. Los valores desempeñan un valor fundamental en nuestras vidas, y son, en su mayor parte, emocionales, irracionales, por lo que deben ser controlados por la razón.
    La ética de la responsabilidad, entonces basará su racionalidad en buscar fines racionales con medios adecuados, mientras que la ética de la convicción está dirigida por valores.
    A lo largo de los últimos veinte años, rescatamos un concepto previo a la solidaridad, el de ciudadanía, para, a través de él, llegar al compromiso universal, a la solidaridad. De este modo lograr la ciudadanía universal para todos los hombres y mujeres de la Tierra supone, necesariamente, conseguir la ciudadanía social, y por tanto, distribuir los bienes sociales a todas las personas, porque todas ellas son dueñas de tales bienes, siendo éste el más elemental principio de justicia. En el terreno social, aquello a lo que denominamos “solidaridad” ha cambiado; se ha pasado, del compromiso de carácter político, a un compromiso en el que la sensibilidad y la compasión, el carácter humanitario y humanista, se han desplegado con toda su potencia.
    Joaquín García Roca, en su obra Solidaridad y Voluntariado, hace referencia a la necesidad de recrear la relacion entre la acción movida por la gratitud y la acción movida por el interés, ya que se ha identificado al voluntario/a con la persona altruista, desinteresada, movida fundamentalmente por un impulso de gratuidad, de amor en definitiva.
    Vivimos en medio de una inflación y hemorragia generalizada del concepto de solidaridad, el cual se utiliza tanto para cambiar el orden social vigente como para comenzar una guerra. Por ello podemos acercarnos a la solidaridad desde dos puntos de la cultura: desde la cultura de la solidaridad hegemónica o desde la mirada de la contracultura de la solidaridad marginal o incipiente.
    Si entendemos la solidaridad como contracultura, es importante buscar un nuevo pacto ético para la humanidad, situando a las personas excluidas en el centro de la práctica social. La solidaridad también nos lanza a un recorrer la distancia que nos separa del otro/a en cuanto diferente de nosotros.
    La solidaridad supone esa mirada nueva con la que reconocemos la dignidad que late en todo ser humano por el hecho de serlo. La dignidad humana significa, así, el valor interno e insustituible que le corresponde al hombre y a la mujer en razón de su ser. Podemos decir que la solidaridad nos obliga desde la propia condición humana, que supone compartir este planeta y sobrevivir juntos, procurando mejorar las condiciones de vida de todos.
    Como conclusión, podemos decir que la solidaridad, nacida del compromiso del ser humano con el ser humano, nos remonta a la propia dignidad y a lo que es inherente a la condición humana.


    ÉTICA Y ACCIÓN SOCIAL.

    Al acercarnos al término “acción social”, nos encontramos con diversidad de conceptos próximos y definiciones.
    La diferencia fundamental entre la acción social y la acción benéfica seria, así, el protagonismo del hombre o la mujer destinatarios de la acción. La acción benéfica seria paternalista y, como tal, supone que el agente social es el que sabe y el que puede, frente al paciente que recibe la ayuda.
    La acción social apuesta por la promoción de la persona, considerándola sujeto de su propio desarrollo, reconociéndola llena de posibilidades que le capacitan para salir de la situación de vulnerabilidad o exclusión en que se encuentra.
    Por otra parte, a partir de la perspectiva comunitaria y territorial, se introdujo el concepto de Accion de Base como aquella actividad que se orienta hacia el conjunto de la población residente en un territorio, para tratar de dar respuesta a las necesidades individuales y colectivas de esta población; o el término de Atención Primaria, refiriéndose a dar respuesta a las necesidades, pero conectándola con la mejora de la calidad de vida y la apuesta por la modificación de las estructuras.
    La acción social incluye a veces acciones que tienen que ver con la asistencia clásica, ya que responden a la necesidad de subsistencia de la persona. El agente social comprende que, si no están resueltas las necesidades primarias, difícilmente se puede plantear la autorrealización.
    En definitiva, asistencia y promoción dan lugar a un itinerario en el que la inserción es el siguiente escalón y se concibe como un proceso educativo y de socialización de tipo global e integral; un camino en el cual la persona o grupo avanza hacia la autonomía personal y logra el acceso a un nivel y calidad de vida dignos.
    La pobreza es una limitación que genera exclusión. Una situación de expulsión al margen, de no participación social, de no inclusión social. La pobreza es especifica de cada situación, grupo o colectivo humano. De forma que acercarse a la pobreza supone hablar de deficiencia o déficit en el reconocimiento de los derechos de la persona y no sólo de carencia económica. La acción social tiene ante sí el reto de realizar un verdadero desarrollo comunitario, desde un talante educativo y generador de una conciencia crítica, es decir, dando lugar a espacios de intercambio y de comunicación.
    En la intervención social, la perspectiva que subyace es educativa: la de compañeros de viaje, más que la de salvadores de nadie. Compañeros no pasivos, sino escuchantes, motivadores, propositivos, respetuosos. El acompañamiento del proceso de inserción social viene a ser nuestra principal preocupación.
    El agente social no queda fuera del proceso de atender, asistir, intervenir, acompañar. El agente social se cuestiona sus motivaciones y profundiza en la búsqueda de la autenticidad. El agente social no permanece impasible en la acción, sino que es “sanador herido” que no se despoja de su condición humana, en la que lleva consigo carencias y posibilidades.

    ¿QUÉ ES BIOÉTICA?

    La bioética tiene sus raíces en la ética médica tradicional, centrada en la relación médico-paciente, aunque su expresión data de la década de los setenta. Entonces se presenta como una rama del saber que se sirve de las ciencias biológicas para mejorar la calidad de vida y que reflexiona en torno a los retos que plantea el desarrollo de la biología a nivel medioambiental y de población mundial; pero también como ciencia que combina el conocimiento biológico con el conocimiento de los sistemas de valores humanos.
    Desde el punto de vista etimológico, el término “bioética” se refiere a la reflexión y acción ética sobre la vida en sus diversas manifestaciones.

    CONTEXTO HISTÓRICO DE LA BIOÉTICA.

    El nacimiento de la bioética, que tiene lugar en la segunda mitad del siglo XX, es caracterizado por el progreso científico y tecnológico en el terreno de la biomedicina. La preocupación por la justicia y la igualdad, la lucha contra la discriminación racial, los movimientos pacifistas, y los movimientos de liberación de América Latina y de África…constituyen el ámbito sociopolítico y cultural en el que la bioética ve la luz. Del mismo modo es destacar que la bioética se ha dejado influenciar por la teología, ayudando y profundizando en las cuestiones de sentido, relacionadas con la fragilidad de la vida humana, con el sufrimiento y con la muerte, con las cuestiones de justicia, y con la preservación del un mundo mejor para todos los seres humanos.
    Un ejemplo claro fue el experimento de Tuskegee. Este experimento surgió para investigar la historia natural de la sífilis, y para ello se utilizó a cuatrocientos varones de raza negra. Este estudio suspuso un engaño para estos cuatrocientos hombres y creó un escándalo que fue crucial para la aparición de una Comisión de Bioética, con el fin de identificar principios éticos generales que sirvieran para orientar la investigación en seres humanos. De ahí surgió el Informe Belmont, en 1976, que identificó tres principios fundamentales: el respeto por las personas, la beneficencia y la justicia. La bioética nace en Estados Unidos y reunía dos características fundamentales de la sociedad de aquella época:
    a-      El respeto a la autonomía del individuo.
    b-      Cuestionar la autoridad médica y alejar al médico de la cabecera del paciente para convertirlo en un técnico frío y despersonalizado.
    Hoy día fenómenos como la irrupción del SIDA, la distribución de los recursos médicos y sanitarios, la globalización y las cuestiones transculturales han provocado una mayor atención al principio de justicia, que había pasado a un segundo término ante la autonomía. La justicia y la dimensión comunitaria y social pueden ser, sin duda, la preocupación más importante de la bioética del nuevo milenio.

    BIOÉTICA EN LA ACCIÓN SOCIAL.

    El interés de la bioética se centra sobre todo en lo que tiene que ver más con lo individual, para avanzar hacia lo que nos compromete desde el ámbito más global.
    Uno de los principales riesgos de no promover el binomio bioética/acción social es que los problemas éticos de los que más frecuentemente se ocupa la bioética no consideren los aspectos sociales.
    Hace ya varias décadas que se está reflexionando sobre la misión de la medicina, considerando que ésta no debe ser una ciencia dedicada exclusivamente a lo asistencial, sino que ha de promover la salud, prevenir la enfermedad y ahondar en la perspectiva holística del ser humano. El concepto de salud, de hecho, se ha trasformado y ahora requiere la consideración de los siguientes aspectos:
    -          La salud física
    -          La salud mental
    -          La salud emocional
    -          La salud relacional
    -          La salud valórica y espiritual.
    A todos los aspectos de la salud, ha de prestar atención la medicina, y además es necesario el enfoque multidisciplinar de la enfermedad del ser humano y la prevención y promoción de su salud y de la comunidad en que vive.
    En clave interdisciplinar, el trabajo social y la medicina pueden relacionarse, evitando la excesiva sanitarización del concepto de salud y dando más protagonismo a la intervención sobre los factores psicosociales y políticos como promotores de la salud.
    Se considera pues que la relación entre bioética y la acción social contribuyen humanizar la bioética;  por una parte impregnando el análisis de los problemas clínicos de la dimensión social; por otra, al introducir nuevos problemas bioéticos que se producen en los ámbitos de trabajo y que tienen como destinatarios a las personas más vulnerables y empobrecidas. 


    DELIBERACIÓN MORAL EN LA INTERVENCIÓN SOCIAL. LOS PRINCIPIOS DE LA BIOÉTICA EN LA ACCIÓN SOCIAL

    1.      LOS PRINCIPIOS:

    El informe de la Comisión constituida para definir algunos principios de la Bioética, conocido como <<Informe Belmont>> (1975), identificó tres principios fundamentales: 1) respeto por las personas; 2) beneficencia (incluyendo, la obligación de no hacer el mal, como la de promover el bien ajeno); 3) justicia.
    Beauchamp y Childress elaboran en 1979 la <<teoría de los cuatro principios>>.
    El principio de beneficencia corresponde al experto, el principio de autonomía al cliente, y el principio de justicia se relaciona con la sociedad.

    1.1  El principio de respeto de la autonomía, o principio de respeto a las decisiones autónomas.

    Se refiere a la capacidad de autogobernarse que tienen las personas, libres tanto de influencias externas que los controlen como de limitaciones personales que les impidan hacer una verdadera opción. Hablar de autonomía es tomar en cuenta dos condiciones esenciales:
    a) la libertad;
    b) ser agente.

                Beauchamp y Childress hablan de las acciones autónomas, las cuales se definen en función de los agentes, que actúan, 1) intencionadamente, 2) con conocimiento (o comprensión), y 3) en ausencia de influencias externas que pretendan controlar y determinar el acto.

            El principio de respeto a la autonomía también implica en positivo. Y por tanto activo. Como refiere F.J. Bermejo, el respeto a la autonomía de la persona con la que establecemos la relación profesional no puede ser entendido como dejación de responsabilidades por parte del agente, sino que constituye un valor en sí mismo y supone, además, que el protagonista en cuestión tiene el derecho y la obligación de colaborar en la resolución de sus propios problemas. Según el principio de competencia, Beauchamp y Childress definen que <<un individuo es competente para tomar una decisión si es capaz de entender la información material, hacer un juicio sobre dicha información tomando como base sus valores personales, pretender alcanzar un determinado objetivo y exponer sus deseos ante sus cuidadores o investigadores>>.
    Valorar la competencia no es sencillo, ya que personas que normalmente son competentes, pueden no serlo en un momento de presión emocional. No obstante el profesional de la ayuda está obligado a restaurar en lo posible la competencia de la persona que se enfrenta a una decisión.

    1.2  El principio de no maleficiencia

    Este principio afirma esencialmente la obligación de no hacer daño intencionadamente. Pero ¿Qué es el daño?, Beauchamp y Childress utilizan el concepto de daño físico para hablar de principio de no maleficencia, incluyendo el dolor, las incapacidades y la muerte.
    El principio de no maleficencia se refiere a los daños atribuibles a la voluntad humana y que implican una violación de los legítimos derechos e intereses de una persona. Este principio hace referencia a reglas como <<no matar>>, <<no causar dolor o sufrimiento>>, <<no ofender>>, etc.
    Por último, Beauchamp y Childress recogen el criterio de cuidado debido, como una especificación del principio de no maleficencia en el caso de exposición a un riesgo.

    1.3  El principio de beneficencia

    Significa <<hacer el bien>>. Con este principio afirmamos que la vida moral va más allá de las exigencias del respeto a la autonomía ajena y de la no maleficencia. La beneficencia nos exige realizar actos positivos para promover el bien y la realización de los demás, más allá de no hacerles daño y respetar sus decisiones autónomas.
    Beauchamp y Childress examinan dos principios bajo el título de beneficencia: el principio de la beneficencia positiva, que nos obliga a actuar benéficamente a favor de los demás, y el principio de utilidad, que exige que los beneficios y los inconvenientes estén equilibrados. Este principio de utilidad no se identifica con el utilitarismo; es decir, se le podría llamar también principio de proporcionalidad.
    Los autores citados distinguen entre beneficencia, que se refiere a <<una acción realizada en beneficio de otros>>, benevolencia, referida a <<la virtud de estar dispuesto a actuar en beneficio de otros>>, y el principio de beneficencia en sí, que se refiere a <<la obligación moral de actuar en beneficio de otros>>.
    Podríamos decir que muchos actos de beneficencia son supererogatorios, es decir, no son obligatorios.
    Nos adentramos, por tanto, en el principio de beneficencia considerando que existe una obligación general de ayudar a los demás a promover sus intereses legítimos e importantes; y que el límite entre dicha obligación y el ideal moral es difícil de establecer, al mismo tiempo que consideramos que una vida moral sin algún tipo de beneficencia sería una pobre vida moral.
    ¿Cuáles serán, entonces, las diferencias entre beneficencia y no maleficencia? Desde la obra de Beauchamp y Childress, J.J. Ferrer y J.C. Álvarez, exponen que las normas morales basadas en el principio de no maleficencia son prohibiciones negativas, se deben obedecer imparcialmente y dan o pueden dar pie para el establecimiento de obligaciones sancionadas por la ley. Esto significa que el principio de no maleficencia prohíbe hacer el mal universalmente. Sin embargo, sería imposible actuar beneficentemente para con todas las personas y en todos los casos.
    También estos autores establecen los conceptos de beneficencia específica y general, para dar una diferencia más clara entre beneficencia y no maleficencia. La beneficencia específica se dirige a grupos específicos. La beneficencia general es mucho más exigente, ya que obliga a actuar imparcialmente para promover los intereses de las personas, más allá de las relaciones que existan entre ellas. Por tanto, podemos decir que la beneficencia general sería el comienzo de la excelencia moral.
    Por ello, y utilizando palabras de Judith Thompson, los autores creen que, en definitiva, el principio de beneficencia nos obliga a ser <<samaritanos mínimamente decentes>>, o lo que es lo mismo, podemos considerar que existe un continuum entre la beneficencia y el ideal moral; pero, aun así, estamos obligados a hacer lo máximo posible por el bien de la otra persona.
    El conflicto más claro que podemos encontrar en torno al principio de beneficencia es el paternalismo, que tiene lugar cuando el bien que consideramos exigible actúa en contra de la voluntad o la autonomía del interesado. El paternalismo es <<la desautorización intencionada de las preferencias o acciones de una persona, donde la persona que las desautoriza justifica su acción con el propósito de beneficiar o evitar el daño a la persona cuya voluntad está desautorizando>>.

    1.4. El principio de justicia

    El principio de justicia tiene que ver con el trato igualitario, equitativo y adecuado a la luz de lo que se debe a las personas o es propiedad de ellas. <<Una situación de justicia se presenta siempre que las personas son acreedoras de beneficios o cargas a causa de sus cualidades o circunstancias particulares, tales como causar daño o haber sido dañados por los actos de otra persona. Quien tiene una exigencia válida basada en la justicia tiene un derecho y, por tato, se le debe algo>>.
    Así, cuando una persona le corresponden beneficios o cargas en la comunidad, estamos ante una cuestión de justicia. La injusticia supone quitar a alguien aquello que le era debido, que le correspondía como suyo, bien sea porque se le ha negado su derecho o porque la distribución de cargas no ha sido equitativa.
    La definición de justicia se remota a Ulpiano, <<la justica es la contante y perpetua voluntad de dar a cada cual su propio derecho>>.
    <<Sin una justicia que asegure la igualdad básica de oportunidades de todos en la vida social, la autonomía se vuelve retórica>>.
    Es urgente profundizar en el principio de justicia y en la necesidad de priorizar de nuevo la justicia por encima de otros principios. La realidad habla por sí sola: la existencia de una diferencia cada vez mayor entre ricos y pobres.
    F.J. Bermejo, en referencia al principio de justicia, reclama una reflexión detenida, como individuos y como colectivos, con respecto a las dimensiones políticas del trabajo.
    Tres grandes retos en el camino de la justicia en la Acción Social:
    -          Buscar nuevas formas de trabajar por la justicia o reflexionar y argumentar desde nuestro quehacer la nueva forma de apostar por una justicia global en el siglo XXI.
    -          Transcender el sentido de justicia clásico, reformulando la justicia como principio articulador de la Acción Social, pero también de nuestra forma de ser hoy hombre y mujeres más plenos.
    -          Preguntarnos constantemente por la dimensión política de nuestro trabajo social, cuestionándonos si realmente podemos hacer más individual y colectivamente, en la defensa de los interesas de las personas atendida.

    * 1.4.2. Algunas reflexiones e interrogantes desde el respeto al principio de justicia en la intervención social.

    Analizar el principio de justicia en el ámbito de la intervención social exige, d entrada, considerar que este principio constituye la razón de ser  de muchas de las organizaciones que persiguen un mejor reparto de los beneficios sociales, a fin de que alce a los más empobrecidos.
    La fidelidad al principio de justicia en las ONGs que se dedican a la Acción Social obliga a mantener la reflexión abierta, sin olvidar la acción, sabiendo que la acción es lo que da la credibilidad necesaria, y al mismo tiempo generando ámbitos de pensamiento, reflexión y autocrítica.


    II. A LA BÚSQUEDA DE UN MÉTODO

    1.      METODOLOGÍA DE LA DELIBERACIÓN

    Diego García, el objetivo de la deliberación es resolver los problemas concretos, respetando los sistemas de valores, a base de argumentaciones racionales. Deliberar no evita los conflictos, ni supone llegar siempre a un acuerdo. Sin embargo, deliberar en común es ese intento racional por afrontarlos.
    Para deliberar necesitamos un procedimiento.
    Diego García, la prudencia no alza sino probabilidad. La toma de decisiones tiene lugar en condiciones de incertidumbre.
    Nadie discute ya la importancia de la formación de los profesionales en la toma de decisiones morales.
    Una vez que admitimos este previo, hemos de buscar un método, que significa buscar un mapa que indique cuál es la ruta a seguir en orden al logro de un determinado objetivo.

    1.1. Teoría de la decisión racional

    H. Brody, en una de sus obras, realiza uno de los primeros intentos de aplicar los principios de la teoría de la decisión racional a la ética médica. En ella distingue cuatro pasos.
    El primer paso de su procedimiento es percibir que existe un problema moral e identificarlo. Éste constará de dos ingredientes:
    a.-  La posibilidad real entre cursos distintos.
    b.- Que la persona involucrada sea capaz de valorar de modo significativamente distinto cada curso de acción o sus consecuencias.
    Conocidas las alternativas, ha de elegirse una de ellas como el curso de acci´çon más correcto. La elección que se ha realizado se formula con la estructura de un juicio ético. Sus tres ingredientes fundamentales son:
    a.- Qué es lo que se debe hacer.
    b.- Quién lo debe hacer.
    c.- Las condiciones en las que el juicio es aplicable.

    El siguiente paso será determinar las consecuencias que se sin que de la decisión, y estas consecuencias pueden ser próximas o remotas. Sabiendo que no podremos evaluar todas las consecuencias, nuestra misión estará reducir la incertidumbre a proporciones manejables, y tener siempre en cuenta que hemos considerado las principales consecuencias.
    El momento posterior es comparar cada consecuencia con el propio sistema de valores: ¿me provoca malestar emocional?; ¿a qué se debe? El método busca poner en evidencia si existe discordancia entre la decisión tomada y los valores guía de la persona que decide.
    Aquí no acaba el procedimiento, ya que no está completo hasta que investiguemos todas las alternativas posibles y busquemos las inconsistencias de la decisión que hemos tomado. Se trata de ponderar.

    1.3. El principialismo como método para deliberar

    T.L. Beauchamp y J.F. Childress establecen un procedimiento para la resolución de conflictos éticos, basado en cuatro principios.
    a). Los principios de prima facie son:
    -  Automía
    -  Benefiencia.
    -  No maleficiencia.
    -  Justicia.
    b). Principios reales y efectivos.
     - Hay que jerarquizar los principios prima facie en conflicto, a la vista de la situación concreta.
    -  Para ello conviene llegar al consenso de todos los implicados.
    - Ése es el objetivo de los llamados Comités Institucionales de Ética.
    Los principios son muy generales. Es necesario especificarlos y ponderarlos para que sirvan como orientaciones concretas para la vida moral.
    La especificación consiste en la necesidad de desarrollar, a través de normas, los principios, de manera que éstos se puedan conectar con la vida moral práctica.
    Los cuatro principios definidos por Beauchamp y Childress representan, hoy por hoy, <<los “juicios ponderados” más sólidos y generales, con un amplio consenso social, para fundar el edificio de una teoría ética>>.
    En la búsqueda de una metodología de la liberación es interesante establecer una jerarquía entre los principios. Diego García, en el primer nivel estarían los principios de no maleficencia y justicia, cuyo cumplimiento puede ser exigido incluso de forma coactiva, mientras que en el segundo se incluyen los principios de beneficencia y autonomía.

    1.4. El procedimiento propuesto por Diego García.

    Diego García considera que existe un nivel disciplinario, en el que encontramos una especie de derecho humano fundamental del que deberían todos los demás. Este derecho, viene a decir: <<todos los seres humanos somos iguales y merecemos igual consideración y respeto>>.
    Este nivel disciplinario es lo que se denominan <<mínimos morales>>, y en ellos podemos encuadrar dos principios; la no maleficencia y la justicia: el primero, aplicado a la vida biológica, y el segundo a la vida social.
    Existe, otro nivel que no sería <<disciplinario>>, que tiene que ver con la particularidad de cada hombre y su autonomía y que supone que la persona elabora su propio proyecto de vida y aspira a la felicidad. En este nivel estarían los principios de autonomía y beneficencia. La autonomía es entendida como capacidad de autorrealización. La beneficencia se refiere a lo que resulta bueno y beneficioso para una persona, según su propio ideal.
    Para explicar el método que propone exponer previamente en qué consiste la estructura de la racionalidad ética y cómo se llena de contenidos. Para ello utilizaremos la metodología del interrogante.
    ¿Qué es el sistema deferencia moral?
    El sistema de referencia moral es el ideal al que tendemos, aunque no lo consigamos; es el ideal de toda explicación racional posible. El respeto a todos los seres humanos es nuestro sistema de referencia moral, que hoy en día no es una realidad, pero sí es a  lo que tendemos y nos sirve de referencia.
    ¿Qué es un esbozo moral?
    El esbozo moral es una creación mental, una hipótesis, una suposición que tenemos que verificar con la razón. Elegiremos las hipótesis o esbozos morales que mejor se ajusten a l sistema de referencia moral. Los esbozos morales son, por tanto, deontológicos, tienen en cuenta los principios para su formulación.
    ¿Qué es la experiencia moral?
    Es el momento de concreción de la vida moral en el que las hipótesis morales toman forma material, y suponen una acción concreta en un contexto concreto. La experiencia moral no es, por tanto, matemática, y siempre es personal. La experiencia moral es casuística, y es donde encontramos las excepciones a los esbozos morales, en función de las consecuencias de poner en marcha una y otra acción. Es por tanto, teleológica, esto es, que tiene en cuenta los fines.
    ¿Qué es la justificación moral?
    La explicación y argumentación sobre porqué se toma una decisión moral u otra es la justificación. Se produce al final del procedimiento, y podemos decir que hay una relación muy estrecha entre razón metódica y justificación, ya que sin método no hay justificación.
    ¿Cuáles son los pasos de la metodología ética, según Diego García?
    A.    El sistema de referencia moral (ontológico):
    -          La premisa ontológica; el hombre es persona y, en cuanto tal, tiene dignidad y no precio.
    -          La premisa ética: en tanto personas, todos los hombres son iguales y merecen igual consideración y respeto.
    B.     El esbozo moral (deontológico):
    -          Nivel 1: no maleficencia y Justicia.
    -          Nivel 2: Autonomía y Beneficencia.
    C.     La experiencia moral (teleológica):
    -          Consecuencias objetivas, o de nivel 1.
    -          Consecuencias subjetivas, o de nivel 2.
    D.    Verificación moral (justificación):
    -          Contraste el caso con la regla, tal como se encuentra expresada en el esbozo (paso II).
    -          Compruebe si es posible justificar una <<excepción>> a la regla en caso concreto (paso III).
    -          Contraste la decisión tomada con el sistema de referencia, tal como se encuentra expresado en el primer punto (paso I).
    -          Tome la decisión final.


    2. APLICACIÓN DE LA DELIBRACIÓN A UN CASO DE INTERVENCIÓN SOCIAL.

    Los pasos a seguir son los siguientes:
    -          Recogida de datos: bio-psico-sociales.
    -          Discusión de problemas: solicitar información- hacer preguntas.
    -          Informaciones a solicitar.
    -          Identificación de problemas.
    -          Clasificación de problemas en presentes, pasados y futuros.
    -          Análisis del problema seleccionado.
    -          Árbol de cursos de acción.
    -          Análisis ético de cada uno de los cursos.
    -          Juicio moral.


    BIBLIOGRAFÍA:
    - Bermejo Barrera, J. C., Belda, Rosa Mª. Bioética y acción social (pp. 1- 97). Sal Terrae: Barcelona. 2006.